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Cómo protegerte mejor de los rayos ultravioleta

En pleno verano, es el momento perfecto para salir a disfrutar del clima soleado. Pero, ¿te estás protegiendo de los posibles daños que provocan los rayos ultravioleta (UV)?


¿Qué es la radiación ultravioleta?


Por definición, la radiación es la emisión de energía desde cualquier fuente –en el caso de la radiación ultravioleta, su fuente principal es el sol, aunque puede provenir de cualquier otra fuente creada por el ser humano, como: camas de bronceado artificial o sopletes de soldar. La radiación existe en un espectro que va desde muy alta energía, como los rayos X y rayos gamma, hasta muy baja energía, como las ondas de radio.


El sol emite radiación en forma de luz ultravioleta, que se clasifica en tres tipos, según su ancho de onda: UVA, UVB y UVC. La exposición a los rayos UVA y UVB se ha asociado con el desarrollo de distintos tipos de cáncer en la piel, por lo que es importante proteger la piel si va a estar expuesta a la luz solar.


Cómo proteger la piel de la radiación ultravioleta


Afortunadamente, existen medidas para minimizar los riesgos que provoca la exposición al sol.


  1. Bloquear la luz UV con ropa o lentes protectores. Esto incluye usar sombreros (preferiblemente de ala ancha), así como ropa que proteja del sol. Esto puede proteger parcialmente la piel de los efectos dañinos de la exposición a los rayos UV. La Academia Americana de Oftalmología indica que muchas personas olvidan usar gafas de sol que llevan un sello que diga que protegen 99% a los ojos de la radiación UV.

  2. Mantenerse en la sombra, especialmente cuando la radiación UV es más intensa al mediodía, entre las horas de las 10am y 4pm. El sol puede dañar la piel aún en días nublados o durante el invierno, así que es necesario protegerse durante todo el año. Ten precaución cuando estés cerca de superficies reflectivas, como agua, nieve y arena, que pueden reflejar los rayos dañinos del sol. Esto puede aumentar las probabilidades de insolación, aún en áreas que parecen tener sombra.

  3. Elegir el bloqueador solar correcto y aplicarlo de la manera adecuada. La regulación de la Administración de Drogas y Alimentos de EEUU (FDA) para las etiquetas de protectores solares recomiendan que los protectores tengan un Factor de Protección Solar (SPF) de al menos 15, y que debe proteger contra radiación UVA y UVB. Según el Concilio Nacional de Prevención de Cáncer de la Piel, la mayoría de las personas aplican sólo 25%–50% de la cantidad recomendada de protector solar. Cuando salgas, aplica al menos una onza (cantidad que cabe en la palma de una mano) de protector cada dos horas. Debes aplicarte más a menudo si sudas o estás nadando, aún si el protector es a prueba de agua.

  4. Mantenerse lejos de fuentes artificiales de luz UV. No existe tal cosa como un bronceado seguro. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades enfatizan que el bronceado en interiores aumenta significativamente el riesgo de desarrollar melanoma, cánceres de células basales y escamosas. También, provoca envejecimiento prematuro de la piel y suprime el sistema inmunológico.

  5. Al planificar actividades al aire libre, la información sobre cuánta protección solar se necesita está disponible en el índice UV de la Agencia de Protección Ambiental. El índice mide la intensidad diaria de los rayos UV del sol en una escala del 1–11. Un índice bajo de UV requiere protección mínima, mientras que un índice alto de UV, requiere mayor protección.

  6. Es crucial conocer tu riesgo de cáncer en la piel. ¡Los chequeos anuales con un profesional en dermatología son muy importantes!


Si bien exponerse al sol puede ofrecer algunos beneficios para la salud, como la absorción de vitamina D, es importante hablar con tu proveedor de atención médica sobre cualquier riesgo particular que puedas enfrentar con respecto a la exposición. Y recuerda, ¡sé prudente bajo el sol!

 
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